Dulce

Todos los días salgo de casa con los bolsillos llenos de miel. Y voy soltando pegotes por las calles, los semáforos y los árboles. Hundo los dedos en el ámbar dulce y acaricio el mundo con ellos.

Sé que muchos pensáis que es una pérdida de tiempo, pero por una sola mosca que sonríe merece la pena. Una vez contentas, ya no ven el bote y la tapa.

Se cazan más moscas con miel que con vinagre.

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